Todo lo que realmente me hacía falta saber en la vida, lo aprendí en preescolar.

 

La identidad como elemento representativo e inherente al individuo, se plantea como una consecuencia social y familiar a los estímulos y vicisitudes propias de la historia personal. Así, la idea gráfica del aprendizaje y la construcción de la personalidad se materializa en la imagen del preescolar, una donde se evidencian y exaltan los accidentes del proceso.

 

La resignificación, de los símbolos y objetos en el desarrollo de las piezas, se hace evidente con el uso del color, ya que este narra una infancia e inocencia que contrasta con el material y los elementos reinventados.